Visitar el desierto del Sáhara marroquí es, sin duda, una experiencia que todos deberían vivir al menos una vez en la vida. Es un viaje que bien vale la pena el esfuerzo y dejará recuerdos imborrables para siempre.Imagínese a lomos de un camello, recorriendo las dunas anaranjadas del desierto del Sáhara en Erg Chebbi. No hay nada alrededor, solo se escuchan los pasos del camello sobre la suave arena. El cielo es vasto y despejado durante el día, y se llena de millones de estrellas brillantes por la noche. Es una experiencia profundamente tranquila, poco conocida en la mayor parte del mundo occidental.Erg Chebbi (en bereber: ⴻⵔⴳ ⵛⴱⵉ, en árabe: عرق الشبي) es uno de los varios ergs de Marruecos —inmensos mares de dunas formadas por arena arrastrada por el viento—. Existen otros ergs, como Erg Chigaga, cerca de M’hamid. Técnicamente, todos estos ergs se encuentran en una zona de estepas semiáridas pre-saharianas y no forman parte del desierto del Sáhara, que se encuentra más al sur.En algunos puntos, las dunas de Erg Chebbi se elevan hasta 150 metros sobre la hamada (desierto rocoso) circundante y se extienden a lo largo de 28 kilómetros de norte a sur y hasta 5-7 kilómetros de este a oeste, bordeando la frontera con Argelia.La ciudad más cercana de importancia es Erfoud, situada a unos 60 kilómetros al norte. Otra localidad destacada es Rissani, a aproximadamente 40 kilómetros de Merzouga. Rissani fue en su día el reino de Sijilmassa, que prosperó entre los siglos VIII y XIV gracias al control de las rutas de las caravanas.